Los datos de la balanza comercial de noviembre prácticamente confirman que la desaceleración del PIB observada en el tercer trimestre continúa en los últimos meses del año. Después de crecer 4.7% en la primera mitad del año, la tasa anual bajó a 3.3% en el tercer trimestre. Aunque todavía hubo una expansión en la actividad económica respecto al trimestre anterior, la tasa de 0.45% fue la segunda más baja de los últimos 13 trimestres. Aunque todavía faltan muchos datos, las cifras disponibles auguran que el cuarto trimestre podría tener una expansión todavía menor. Las encuestas de consenso anticipan que el crecimiento en el año habrá sido entre 3.8 y 3.9%, lo que significa que la tasa anual del último trimestre estará entre 2.5 y 3.0%. La pregunta que nos hacemos ante esta disyuntiva es si continuará la desaceleración en 2013.
Si analizamos los diferentes sectores de la economía, encontramos que la mayor parte de la desaceleración es producto del menor dinamismo en las exportaciones no petroleras. Después de crecer a tasas de dos dígitos por un espacio de dos años y medio, a partir del tercer trimestre la expansión anual disminuyó a niveles de un solo dígito, insuficiente para nuestro motor principal de crecimiento para generar efectos multiplicativos en el resto de la economía. En noviembre la tasa anual fue 4.5%, producto de un aumento de 5.7% en las exportaciones no petroleras dirigidas a Estados Unidos y prácticamente un avance nulo (0.3%) al resto del mundo.
La recuperación de Estados Unidos ha sido la más lenta y prolongada en su historia de la posguerra mundial. A la fecha, tres años y medio después de haberse iniciado, la producción industrial norteamericana no ha logrado recuperar los niveles que tenía antes de la gran recesión de 2008-2009. Afortunadamente, México pudo incrementar sus exportaciones a tasas aceleradas a pesar del bajo crecimiento de su socio comercial más importante, gracias a cambios estructurales en los mercados internacionales. Sin embargo, todo parece indicar que ya se agotó este impulso, por lo que ahora y en adelante estaremos de nuevo atados a la dinámica de nuestros vecinos.
¿Podrá Estados Unidos crecer más en 2013? El consenso es que no, más bien todo parece indicar que seguirá creciendo alrededor de 2%, muy por debajo de su crecimiento promedio histórico. Queda todavía la gran duda de cómo van a resolver su precipicio fiscal, que puede mover las expectativas significativamente, tanto de menor crecimiento ante una política fiscal restrictiva, o de mayor crecimiento si encuentran alguna solución que logra estimular a la economía. No obstante, los escenarios más probables son los de bajo crecimiento.
Ante el contexto mundial es difícil anticipar un cambio significativo en el dinamismo observado en los últimos dos trimestres. Incluso, habría que señalar que la tasa de 3.5% esperado por el consenso es relativamente optimista. El buen comienzo de Enrique Peña Nieto, el impulso de las primeras reformas y la promesa de más, pudieran estimular en algo la actividad económica interna. Sin embargo, la luna de miel terminará pronto y difícilmente podremos crecer mucho más sin un estimulo mayor por parte de nuestras exportaciones.
En la primera mitad del año experimentamos baja inflación y mayor crecimiento. Prácticamente al mismo tiempo en que la actividad económica inició la desaceleración a partir del tercer trimestre, la inflación tomó una senda ascendente. Hasta mediados de año, la inflación acumulada era prácticamente la misma que en el mismo periodo de 2011. Sin embargo, los precios de las mercancías alimentarias y de los productos agrícolas empezaron a subir a tasas muy por encima del promedio de los demás a partir de junio y la inflación general se acercó a 4.8% en septiembre. Al final de cuentas, resultó ser una burbuja temporal, ya que a partir de octubre volvió a tomar una tendencia a la baja y se prevé que la tasa de fin de año podrá incluso ser menor al del año anterior.
No obstante la baja en la inflación en el cuarto trimestre, todavía es preocupante la tasa de las mercancías alimentarias, en especial por su mayor impacto sobre las clases más desprotegidas. Lo que ha ayudado a promediar una tasa menor ha sido la estabilidad en los precios de los servicios, fenómeno típicamente asociado con una debilidad de la demanda agregada. Las estimaciones del Banco de México señalan que todavía tenemos una brecha negativa en el producto, lo que significa que el crecimiento de la economía se ubica por debajo de su potencial y por lo tanto, no genera presiones inflacionarias. Los precios que han subido más han sido por fenómenos específicos, como es el caso muy notorio de los de pollo y huevo. Dado que se prevé que habrá menos crecimiento el año entrante, no se anticipa que habrá nuevas presiones inflacionarias.
Queda claro que uno de los riesgos más importantes que enfrenta la economía mexicana radica en el desenlace del problema fiscal de Estados Unidos. Sin embargo, existe el riesgo adicional de los efectos que pudieran desembocar de un reacomodo en los portafolios de la inversión extranjera. México ha tenido en los últimos años una mezcla de riesgo/rendimiento sumamente atractiva que ha resultado en un flujo histórico de inversión hacia nuestro país. El monto es tan elevado que cualquier evento externo pudiera provocar no sólo volatilidad en ciertos mercados, sino también una salida masiva de estos recursos. Aunque el Banco de México ha buscado proteger al país mediante mayores reservas contingentes, sería difícil evitar un ajuste brusco en el tipo de cambio.
Por lo pronto, el estado de la economía a fin de año produce perspectivas para 2013 de un menor crecimiento sin mayores presiones de inflación, con riesgos que pudieran frenar aun más la actividad económica y presentar alta volatilidad en el mercado cambiario.