El FMI dio a conocer el lunes sus expectativas para el crecimiento económico de México para 2017, 2018 y 2019. A lo contrario de lo que reportó en octubre pasado cuando revisó a la baja las perspectivas para el país y estimó que en 2018 creceríamos menos que en 2017, ahora realizó revisiones al alza pronunciadas. Partiendo de una estimación para 2017 de 2.0 por ciento (cifra que pronto conoceremos), el FMI anticipa 2.3 por ciento para 2018 (una revisión al alza de 0.4 puntos porcentuales) y 3.0 por ciento para 2019 (0.7 puntos más que el estimado anterior).
El estimado de 2.0 por ciento se ubica ligeramente por debajo de los consensos de todas las encuestas de expectativas, como Citibanamex (2.1 por ciento), Consensus Forecast (2.2 por ciento), IMEF (2.1 por ciento) y LatinFocus (2.1 por ciento). Aun así, ocho instituciones financieras comparten el estimado de 2.0 por ciento, mientras que once anticipan 2.1 por ciento. Solo Santander presenta una expectativa muy optimista de 2.3 por ciento, mientras que tres piensan que el crecimiento estará en 1.9 por ciento. Debemos recordar que hace un año los consensos andaban alrededor de 1.6 o 1.7 por ciento ante la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos.
Las revisiones al alza para 2018 y 2019 del FMI obedecen a mejores perspectivas para Estados Unidos. El FMI anticipa crecimiento de 2.7 por ciento para 2018 (una revisión al alza de 0.4 puntos porcentuales) y de 2.5 por ciento para 2019 (0.6 puntos más), básicamente como consecuencia de la reforma tributaria que le dará mayor poder de compra a los hogares y estimulará las inversiones de las empresas. La idea es muy simple: si Estados Unidos crece más, habrá una mayor demanda para las exportaciones mexicanas y por ende más crecimiento económico en el país. Aunque sí menciona la incertidumbre asociada a las negociaciones del TLCAN y la posibilidad de una reorientación de la política económica a raíz de las elecciones, implícitamente el FMI supone que las negociaciones serán exitosas y que ganará las elecciones un candidato que no pondrá en riesgo la implementación de las reformas estructurales.
La tasa de 2.3 por ciento para 2018 no es muy diferente a los consensos de las encuestas. La mediana de las 26 instituciones financieras que encuesta Citibanamex es de 2.2 por ciento, siendo que cuatro de ellas concuerdan con el FMI. Incluso, ocho instituciones anticipan aún mayor crecimiento, como Banorte y HSBC que estiman tasas de 2.5 por ciento. No obstante, BAML, BNP-Paribas, Finamex y Vector piensan que el crecimiento ni siquiera llegará a 2.0 por ciento. Sin que lo hagan explícito, lo más probable es que estas diferencias marcadas obedecen a supuestos distintos en torno al éxito de las negociaciones del TLCAN y los resultados de las elecciones.
La sorpresa viene más del lado de la tasa de 3.0 por ciento para 2019. De entrada, el primero año del sexenio es usualmente una de menor crecimiento, ante la típica lentitud de una nueva administración de empezar a gastar e impulsar nuevas políticas y la incertidumbre del sector privado en torno al nuevo gobierno. La única institución que comparta este optimismo es HSBC, mientras que el consenso de las encuestas de Citibanamex y LatinFocus es de 2.4 por ciento y la de Consensus Economics es de 2.3 por ciento. De nuevo, la diferencia central seguramente proviene de los supuestos sobre el TLCAN y las elecciones.
Independientemente del número, la parte central de cualquier escenario es la incertidumbre creciente: Primero sobre el futuro del comercio exterior del país; segundo, en torno al proceso electoral; tercero, en cuanto al efecto final de la reforma tributaria de Estados Unidos hacia los flujos de inversión extranjera, tanto directa como de portafolio; y cuarto, alrededor del rumbo que tomará la política monetaria de la Reserva Federal y la respuesta por parte de Banxico. Si bien es cierto que siempre hay incertidumbre, en especial cuanto se trata del futuro, en estos dos años es mucho mayor a lo que estamos acostumbrados.
Si observamos la expectativa más pesimista de las instituciones que participan en las encuestas, queda claro que nadie anticipa una “tormenta perfecta”, que sería una combinación de todo lo negativo relacionado a los riesgos mencionados. En este escenario es muy probable que México entre en recesión y tengamos una tasa negativa de crecimiento.