El INEGI dio a conocer hoy (jueves 4 de agosto) el índice de confianza del consumidor para julio. Los datos revelan un incremento de 8.1 puntos respecto al mismo mes del año anterior y 2.5 respecto al mes anterior. Obviamente cualquier mejoría debe interpretarse como algo positivo. Pero, ¿cómo debemos interpretar estos datos? ¿Qué significan? ¿Hay o no confianza?
El indicador de confianza es un índice de difusión tradicional, que se construye mediante cinco respuestas cualitativas a igual número de preguntas sobre algunas percepciones del consumidor. Le preguntan a los encuestados cómo ven la situación económica de sus hogares respecto a la que existía hace doce meses y cómo creen que estará dentro de un año. Se hacen las mismas preguntas pero sobre la situación económica del país y finalmente, sobre las posibilidades en el momento (comparada con las de hace un año) para realizar compras de bienes duraderos, como muebles, televisor, o lavadora. Cada pregunta tiene cinco posibles respuestas que van desde lo más pesimista a lo más optimista.
Primero, se calcula un tipo de promedio ponderado de cada pregunta (llamado subíndice) con una ponderación de 0 para las respuestas más pesimistas, de 0.25 para las pesimistas, 0.5 para las de en medio, 0.75 para las optimistas y 1.0 para las más optimistas. De esta forma si el 100 por ciento de los encuestados responden que está “mucho peor”, el subíndice tomaría un valor de 0, mientras que si todos contestan “mucho mejor” el subíndice arrojaría un valor de 100. Resulta natural que el umbral entre el pesimismo y el optimismo sea 50 puntos. De esta forma es muy fácil la lectura del número, ya que nos ubica perfectamente bien en una escala de 0 a 100 con un umbral de referencia. Finalmente, el índice total es el promedio simple de los cinco subíndices.
Este tipo de índices son sumamente prácticos y de fácil interpretación. Su construcción es sencilla y rápida, por lo que típicamente son de los indicadores más oportunos que existen. El problema empieza con la práctica sumamente controversial de igualar un mes arbitrario a 100 (en este caso se escogió enero de 2003). Esto quita la referencia a una escala mediante la cual se puede interpretar el número y únicamente nos deja con un patrón a través del tiempo que no nos permite saber si existe o no confianza. Por ejemplo, el INEGI dice que la confianza en julio fue 95.5 puntos. Pero ¿qué nos dice el dato? No sabemos si la cifra está por arriba o por debajo del umbral, por lo que no podemos decir nada respecto al nivel actual de confianza. Únicamente nos dejan con la opción de comparar el nivel (sea cual sea) con el pasado, siempre con referencia a enero de 2003, cuando fue 100.
Para entender bien el problema, imagínense que los resultados de una encuesta de intención de votos nos lo dieran a conocer con un valor para todos los candidatos de 100 para el mes de enero de 2007. Las cifras que nos proporcionan nos dejan ver cómo han mejorado o empeorado respecto al pasado, pero nunca nos dice quien va a ganar. Aquí la referencia de 50 puntos es el umbral que uno necesita para ganar con mayoría, pero no podemos saber donde se ubica cada candidato en un momento dado. Cuando uno ve estas encuestas es interesante ver cómo cambian las preferencias en el tiempo, pero lo más interesante y por mucho, es el porcentaje de votos de cada candidato en un momento dado. Por lo mismo, sería absurdo igualar un mes a 100.
Para que los datos de la Encuesta Sobre la Confianza del Consumidor (ESCO) hagan sentido y nos digan sí existe confianza o no en un momento dado, le tenemos que quitar el candado de que enero de 2003 sea 100 y más bien, saber cuál es el valor que resulta de calcular el promedio ponderado de las respuestas en una escala de 0 a 100. Si hacemos esto, resulta que el valor real del índice en enero de 2003 fue 40.88. Mediante una simple regla de tres podemos calcular el valor para julio de 2011 (y cualquier mes de la serie), que nos da 39.75. Esto dato tiene un sentido interpretativo directo: al ubicarse significativamente por debajo del umbral de 50, nos dice que a pesar de haberse mejorado un poco, en promedio los consumidores todavía tienen una percepción pesimista de la situación económica.
Resulta interesante ver que el mayor pesimismo existe en torno a las posibilidades de comprar algún bien duradero (20.09), mientras que el mayor optimismo radica en la situación esperada para los miembros del hogar (53.82). Existe pesimismo en la situación actual del hogar (44.47) y en la del país (34.48), pero en ambos casos el consumidor tiene una percepción menos pesimista hacia el futuro. En especial, destaca la diferencia entre la situación actual del país (34.48) versus la situación esperada dentro de un año (45.90). Aunque no alcanza a rebasar el umbral de 50, significa que la gente ve con mejores ojos el futuro.
La encuesta realmente tiene mucho elementos muy interesantes y relevadores. En sí se realizan 15 preguntas, pero únicamente dan a conocer los resultados de cinco. Las otras preguntas son sobre cómo ven las condiciones económicas en el futuro para ahorrar, para salir de vacaciones, para comprar un automóvil y para comprar, construir o remodelar una casa. Resulta que el mayor pesimismo radica en los planes de comprar un automóvil nuevo o usado en los próximos dos años. El promedio ponderado de este subíndice es menor a 10 puntos, lo que explica por qué las ventas internas de automóviles en el país han sido tan bajas. Resulta interesante que las posibilidades de ahorrar alguna parte de sus ingresos en este momento únicamente alcanza 22.69 puntos, pero cuando se pregunta sobre las condiciones futuras para ahorrar, sube a 47.82.
En general, el mexicano es relativamente pesimista. El valor real del índice de confianza siempre se ha ubicado por debajo del umbral de 50 puntos. Lo más cercano fue un valor de 47.69 en agosto de 2001, que es interesante ya que la economía se encontraba en medio de una recesión (aunque ligera) en ese momento. El momento de mayor pesimismo fue en octubre de 2009 cuando se alcanzó un valor de 32.61. Desde entonces, hemos observado una tendencia al alza por 21 meses consecutivos que ya nos coloca por encima de los niveles mínimos que tenía el índice antes de la crisis de 2008-2009. No obstante, todavía necesitamos mejorar mucho más nuestra percepción para alcanzar los niveles promedios que existieron antes.
Si en general no existe todavía mucho optimismo ¿cómo explicamos la tendencia alcista en las ventas al por menor de los establecimientos comerciales, o el hecho de que el nivel de la actividad económica ya registró un nuevo máximo histórico a principios de año? Debemos recordar que la encuesta le pregunta por igual a todos los consumidores sin considerar su nivel socioeconómica. Queda claro que una persona con ingresos que lo ubican en la clase media alta o alta, tiene mucho más poder adquisitivo que otra cuyos ingresos la ubican en la clase media baja o baja. Sería interesante que los resultados de la encuesta los pudieran ponderar por nivel de ingresos.