Los últimos indicadores señalan una mejoría en el entorno externo y una reactivación de las exportaciones no petroleras. Es muy buena noticia para la recuperación, dado que las exportaciones son nuestro motor principal de crecimiento. No obstante, todavía existe un fuerte letargo en la economía interna, en lo que es el consumo de las familias y la inversión de las empresas. Una parte importante de la culpa lo tiene la reforma hacendaria, ya que en vez de instrumentar una política fiscal que apoyara la actividad económica, la Secretaría de Hacienda presentó una serie de medidas de carácter recaudatorio, sin combatir la informalidad, eliminando incentivos a la inversión y restando poder adquisitivo a muchos segmentos de la población. Algunos han argumentado que estas medidas no tuvieron un impacto significativo sobre los ingresos familiares, sin embargo, sí se observó una caída abrupta en la confianza, tanto de los hogares como el empresarial, que tuvo su reflejo en un desempeño desfavorable en el consumo y en la inversión.
La Encuesta Mensual de Opinión Empresarial (EMOE), de donde se calcula el Indicador de Confianza Empresarial, señalaba 56.7 puntos a principios de 2013 (en una escala de 0 a 100). Este nivel era muy cercana a los máximos históricos del Indicador, ya que la comunidad empresarial estaba muy entusiasmado por las promesas de las reformas estructurales. Sin embargo, disminuyó lentamente en el transcurso del año al ver el estancamiento de la actividad económica y el atraso de las reformas. Pero cuando se conoció el contenido de la reforma hacendaria, cayó abruptamente a niveles cercanos a los 50 puntos y allí ha permanecido en lo que va todo 2014. Estos niveles solo fueron más bajos en la gran recesión de 2008-2009.
A partir de la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor (ENCO) se elabora el Indicador de Confianza del Consumidor. Sin embargo, su interpretación es un poco más difícil y no es comparable con la Confianza Empresarial (y ni siquiera entre sus propios cinco componentes). A pesar de que se construye de la misma manera e incluye básicamente las mismas preguntas, el INEGI convierte cada uno de los cinco subíndices a una base 100 para enero de 2003. Este procedimiento elimina la referencia de una escala de 0 a 100, por lo que no podemos observar el nivel de confianza tal cual (lo que sí se puede hacer en la empresarial), sino solo ver cómo cambia en el tiempo. Esto significa que el nivel de 51.7 de la confianza empresarial no tiene nada que ver con el 91.0 de la confianza del consumidor.
Estos indicadores (llamados de difusión) se construyen mediante una encuesta que contiene preguntas cualitativas y cuyas respuestas son también de naturaleza cualitativa. Se convierte en un índice, es decir, se cuantifica al sacar un promedio ponderado de las respuestas. Típicamente, el índice va de cero a 100 (aunque se puede construir con rangos distintos), de tal forma que si el 100% de las respuestas son las más optimistas tomaría un valor de 100, y si el 100% de las respuestas son las más pesimistas registraría cero. Dado que es similar a un promedio ponderado, el valor mediano (50) es un umbral entre el balance de respuestas optimistas y pesimistas. Usualmente se incorporan cinco preguntas, de las cuales se obtienen cinco índices (referido como subíndices). Finalmente, se saca un promedio (simple o ponderado) de los cinco subíndices para obtener el índice total o final. Si analizan el índice de confianza empresarial, encontrarán que así tal cual es como se presenta. Sin embargo, el de confianza al consumidor se convierte a base 100 y deja atrás mucha de su utilidad analítica.
Para poder comparar correctamente los dos indicadores, se necesita quitar la base 100 al Indicador del consumidor. Así podemos ver que la confianza de los hogares ha tenido un comportamiento similar al empresarial en el último año y medio, pero con una pequeña mejoría en los últimos meses. Sin embargo, el nivel (sin base 100) se ubica en 37.9 puntos en junio, muy por debajo del empresarial. De hecho, si comparamos correctamente los dos indicadores, encontramos que siempre existe mucho más pesimismo entre los consumidores que entre los empresarios. Por ejemplo, al preguntarle al empresario si es el momento adecuado para invertir, encontramos un nivel de 43.0 puntos en junio. En cambio, cuando le preguntamos al consumidor las posibilidades de comprar bienes duraderos (el equivalente a una inversión en el hogar), el nivel es de apenas 18.8.
Los dos indicadores para julio se publicarán el lunes. Habrá que estar atentos.