La semana pasada, la empresa calificadora Moody’s Investors Services otorgó a México la calificación de “A3” para su riesgo soberano de largo plazo, conocido también como “riesgo-país”. La mayoría de los analistas independientes (no asociados al gobierno) mostraron sorpresa y asomo, ya que la inclusión de nuestro país al primer peldaño de la categoría más elevada viene justo al concluir un año bastante malo para la economía. El crecimiento económico fue cerca de una cuarta parte de los años anteriores, se generó mucho menos empleo, aumentó la inflación y no hubo mejora más que marginal en las finanzas públicas. Además, el anuncio de Moody’s se dio a conocer a la misma hora y fecha en que el INEGI daba a conocer un desplome brutal en la confianza de los consumidores.
La justificación de Moody’s fue la aprobación de las diez reformas estructurales, que abrirá el camino a más crecimiento y recaudación, lo que le da ahora al país una “capacidad fuerte” para cumplir todas nuestras obligaciones financieras. Las dudas surgen de inmediato, ya que todavía faltan muchas leyes secundarias, existe gran oposición de las izquierdas (que no se van resignar) y varias de las reformas fueron incompletas, o de plano malas. Por ejemplo, la reforma laboral no logró ni el diez por ciento de lo que se necesita, la reforma fiscal fue una regresión total y faltan esfuerzos para fortalecer nuestra principal debilidad, el estado de derecho.
Más que un análisis serio de la situación económica del país, Moody’s le está apostando al impulso de las reformas y a la estrategia del gobierno. No es la primera vez que Moody’s arriesga su reputación con una calificación adelantada, ya que hizo algo similar en el 2000 cuando le dio al país su primera calificación de “grado de inversión” varios meses antes de las elecciones. Fue un verdadero albur, ya que prevalecía mucha incertidumbre en torno a los posibles resultados, el futuro del PRI y la fragilidad del estado de derecho ante el primer cambio de régimen. Al final de cuentas fue un acierto, ya que a pesar del pobre desempeño del sexenio de Fox, hubo un manejo responsable de las finanzas públicas y énfasis en la estabilidad macroeconómica, dos factores fundamentales para una calificación que no fuera “especulativa”.
Llama la atención las dos visiones tan diametralmente opuestas que hay sobre México en el exterior y en el interior del país. Afuera ven el “momento México”, el esfuerzo sin precedente de aprobar tantas reformas a la vez, una reforma fiscal que generará más recursos para el estado y un gobierno más enfocado y capaz de obtener los resultados necesarios para crecer y crear empleos. En cambio, al interior vemos un gobierno que nos quita y nos quita nuestros ingresos para mal gastarlos, una falta total de seguridad pública, un estado de derecho casi inoperante, cambios políticos innecesarios para el pueblo y cada vez más incredulidad en cuanto al rumbo económico. Importaciones de coches chatarra, más extorsiones y secuestros, productividad estancada, educación de mala calidad y manifestaciones permanentes.
¿Realmente merecemos pertenecer a la prestigiosa familia “A”, junto con países como Aruba, Bahamas, Bermuda y Chile? Primero, hay que aclarar que todavía nos debemos considerar como “BBB+”, ya que sólo una calificadora nos da la distinción de ser “A3”, mientras que los otros dos nos siguen considerando un peldaño abajo. Si las dos grandes (Moody’s y Standard & Poor’s) no concuerdan, se toma la calificación de Fitch para desempatar. En este caso, Fitch le otorga la razón a S&P, por lo que todavía no nos podemos colgar la medalla.
Segundo, lo que está calificando Moody’s no es nuestro estado de derecho, nuestra capacidad de crecer o la calidad de las reformas per se. Aunque son factores que influyen, lo que realmente está examinando es nuestra capacidad de cumplir cabalmente con nuestros compromisos crediticios, no solamente en buenos tiempos sino ante cambios coyunturales y condiciones económicas adversas. Lo que está reconociendo la agencia es nuestra entrega a la estabilidad macroeconómica y a un manejo relativamente bueno de las finanzas públicas, después de varias décadas de irresponsabilidad en los setentas y ochentas.
Finalmente, vale la pena recordar que Moody’s es la institución que nunca ha disminuido nuestra calificación. S&P nos la ha reducido dos veces (1995 y 2009), mientras que Fitch lo hizo en 2009. En cambio, esta es la sexta vez que Moody’s cambia nuestra calificación y siempre en dirección al alza.
Hasta el momento no se ha equivocado Moodys
Cuando nos recortó S&P un peldaño, el cual ya lo regresó, México tuvo un mejor comportamiento relativo a muchos países de calificación similar o superior, principalmente buena parte de los europeos. S&P se equivocó. No se hubiera equivocado si hubiese rebajado a México y a todos los demás países.
Una calificación es algo relativo a y vale la pena destacar que el andamiaje macro del país es de mucho mejor calidad que de varios emergentes.
El crecimiento, estado de derecho y otras cosas, México queda a deber, pero la capacidad de pago luce sólida y el manejo fiscal prudente.
Saludos Dr.