El INEGI reportó que la inflación de febrero fue 0.19 por ciento respecto al mes anterior y 3.00 por ciento respecto al mismo mes del año pasado. A primera vista, la noticia es muy buena ya que la tasa objetivo puntual del Banco de México es 3.0 por ciento, mientras que la tasa de 0.19 por ciento anualizada es de 2.3 por ciento. Esto significa que la inflación está en este momento exactamente donde quieren las autoridades monetarias y si persiste el ritmo actual, estará bajando aún más. Es más, la tasa anual de febrero es la tercera tasa más baja desde que existe el INPC (a partir de enero de 1970), es decir, en 45 años: en noviembre 2005 la tasa llegó a 2.91 por ciento y en mayo 2006 registró 2.996 por ciento.
Los números reflejan una mejoría significante de un año para acá, ya que en febrero de 2013 la tasa anual se ubicaba en 4.23 por ciento. La tasa subyacente estaba en 2.98 por ciento y ahora se ubica en 2.40 por ciento, mientras que la no subyacente está ahora en 4.88 por ciento, cuando hace un año se ubicaba en 8.28 por ciento. Sin una reforma fiscal que aumente impuestos y sin aumentos mensuales programados en los precios de la gasolina, todo apunta a que la tasa fin de año se podría ubicar por debajo de 3.0 por ciento, tal y como lo anticipó el Banco de México en su último Informe Trimestral sobre la Inflación.
Sin embargo, un examen un poco más detenido no concluye con tan buenas noticias. La razón principal que explica la disminución en febrero es la tasa de -0.27 por ciento en el componente no subyacente, impulsada fundamentalmente por una disminución de -3.61 en los precios de frutas y verduras (el precio del jitomate bajó 30.1 por ciento). Mientras que es bueno que hayan disminuido estos precios, sabemos que es un subíndice con una varianza enorme: igual sube que baja significativamente. El primer problema es que el ciclo a la baja en estos precios está por concluir. No sabemos cuándo ni cuánto, pero lo más probable es que en el corto plazo vamos a ver incrementos importantes en estos precios. En otras palabras, lo que ayudó a que bajara la tasa de inflación en estos meses, será el mismo factor que explicará aumentos en los meses entrantes.
También encontramos una tasa negativa (-0.03 por ciento) en los energéticos. Sin embargo, no es causa de la reforma de telecomunicaciones o algún cambio estructural que ayuda a que sea más barato la electricidad. Más bien, es un factor estacional, ya que el programa de tarifas eléctricas de temporada cálida (subsidios) inició su periodo de vigencia durante febrero en Tapachula, Chiapas; la inflación en esta ciudad en febrero fue -0.62 por ciento, la más baja de todas las localidades del país que integren el INPC. Esto significa que es una reducción temporal, que volverá a subir cuando termine el programa en la segunda mitad del año.
Aunque el rebote en la tasa de la inflación no subyacente seguramente presionará la tasa general, no es lo que más preocupa. La tasa de inflación subyacente aumentó 0.34 por ciento en febrero, que anualizada implica una tasa de 4.2 por ciento. Es decir, si la subyacente aumente todos los meses a este ritmo, terminaría el año por encima de 4.0 por ciento. Al analizar la desagregación de la subyacente, encontramos que la tasa de mercancías no alimenticias aumentó 0.59 por ciento, algo sumamente inusual. La última vez que observamos una tasa parecida en este subíndice fue en enero de 2010, hace cinco años. La persistencia de tasas elevadas en este rubro es consistente con un traspaso importante de la depreciación del tipo de cambio a precios.
Pero antes de hablar de un traspaso cambiario, tenemos que estar seguros que son aumentos generalizados en las mercancías y no el resultado de aumentos en uno o dos productos con incidencias elevadas. Si examinamos la lista de los diez precios que más impactaron al alza al índice, encontramos que solo un precio, cigarrillos, es una mercancía no alimenticio, mientras que su incidencia no es tan alta (0.015). Esto significa que la tasa elevada de 0.59 por ciento sí parece ser resultado de incrementos generalizados y no de uno o dos precios. Para ver si representa un peligro en cuanto a presiones inflacionarias, lo que queda por ver es si son incrementos sostenidos y no simplemente de una vez por todas. Para esto habrá que examinar este subíndice en los próximos meses, junto con el desempeño del tipo de cambio. Si el peso sigue depreciándose, es muy probable que generará presiones inflacionarias que harán que sube la tasa general.
Finalmente, llama la atención la tasa de 0.35 por ciento en los servicios. Típicamente, los precios de los servicios reflejan las presiones inflacionarias que pueden surgir de la demanda agregada, es decir, de una brecha de producto positivo. En los últimos años, su subíndice ha sido de los más bajos, en buena medida porque se estima que actualmente la brecha de producto es negativo; la tasa anual a febrero es apenas 2.20 por ciento. El aumento se explica por un pequeño repunte en el precio de la vivienda, incrementos estacionales en la educación y un aumento de 0.51 por ciento en “otros servicios”. Sin embargo, cuando acudimos a ver las incidencias, resulta que el incremento en el servicio de telefonía móvil en febrero explica 43 por ciento del incremento total del subíndice. En general, “otros servicios” muestra más varianza en su subíndice que la mayoría de los demás componentes de la subyacente, por lo que no es preocupante y mucho menos indicio de que se está cerrando la brecha de producto. Simplemente llama la atención que el servicio de telefonía móvil sea el precio que más aumentó en todo el INPC en febrero, cuando se supone que debería estar cayendo.
Por lo pronto, podemos decir que la inflación de febrero fue más bien malas noticias, ya que existe evidencia de un traspaso del tipo de cambio a precios y que es muy probable que aumenten los precios de frutas y verduras en los próximos meses. En enero veíamos con muy buenos ojos la expectativa de Banxico de que la inflación anual pudiera terminar el año por debajo de 3.0 por ciento, a tal grado que la mayoría de las instituciones ajustaron sus expectativas a la baja. Sin embargo, ya con la información de febrero el panorama inflacionario ya no se ve tan benigno. Es muy probable que veamos ahora revisiones al alza en las expectativas de inflación para fin de 2015. Pero bueno, faltan diez meses y muchas cosas pueden pasar.