La inflación cerró 2016 en una mínima histórica de 2.13 por ciento, resultado que nadie anticipó. Apenas hace dos meses, Scotia Bank espera que terminara el año en 3.3 por ciento. En enero de 2015, el consenso (mediana) estaba en 3.50 por ciento; Scotia Bank esperaba 4.22 por ciento y Monex 4.14 por ciento. Las instituciones más optimistas eran Nomura y Banorte con 3.0 por ciento. Posiblemente lo que más sorprendió fue que la inflación mínima haya coincidido con una depreciación agresiva de la moneda. El tipo de cambio terminó 2015 en 17.2487 pesos por dólar, 17.0 por ciento más respecto a 14.7414 pesos de 2014. Pero si tomamos el 12.8462 a principios de junio de 2014, el aumento acumulado en año y medio llegó a 39.6 por ciento. Tomando en cuenta nuestras experiencias anteriores, uno hubiera esperado un repunte significativo en la inflación ante una depreciación acumulada de casi 40 por ciento. Pero no. Algo pasó que detuvo casi cualquier traspaso del tipo de cambio a la inflación. ¿Es creíble?
Lo primero que habría que aclarar es que sí hubo una afectación del tipo de cambio sobre muchos precios. Lo que no sucedió fue un contagio hacia otros precios, o lo que se conoce como efectos de segunda orden. La mayoría de los precios de los bienes duraderos subieron, a tal grado que fue el rubro dentro del INPC que más subió en el año. Sin embargo, muchos precios de otros bienes y servicios no subieron o aumentaron poco, mientras que hubo precios que disminuyeron. Si recordamos que la inflación es un aumento generalizado y sostenido en los precios, tenemos que concluir que no hubo inflación el año pasado, sino un reacomodo en los precios relativos.
Lo segundo que debemos tomar en cuenta es que una de las características de la economía mundial del 2015 fue el “crash” de los precios de los commodities. Prácticamente todos los precios de los bienes más intercambiados en los mercados internacionales disminuyeron. Esto significa que en buena medida las caídas en los precios en dólares neutralizaron los incrementos en el tipo de cambio. En muchos casos, el desplome en los precios en dólares fue incluso mayor al ajuste cambiario, de tal forma que hubo disminuciones en los precios en pesos. Esto obviamente ayudó a contener los incrementos en los precios de muchos bienes importados.
Lo tercero, es que hubo disminuciones en precios de ciertos bienes con ponderaciones significativas en el INPC, que también ayudo a compensar incremento en otros precios. Los precios de los servicios telefónicos y la gasolina, junto con las tarifas eléctricas fueron los más visibles. El precio promedio de la gasolina Magna aumentó 11.2 por ciento en 2014 en el interior de la República, mientras que en 2015 se contuvo a un incremento de 1.95 por ciento en enero para después quedar fijo. Sin embargo, en la zona fronteriza experimentó una disminución significativa.
Finalmente, existe actualmente en el país lo que llamamos una brecha de producto negativa, lo cual significa que no solamente hay una ausencia de presiones inflacionarias por el lado de la demanda agregada, sino que se les dificulta a los empresarios subir precios ante la debilidad de sus ventas. Puede ser que ciertos sectores, bienes o servicios experimentaron aumentos en sus precios, pero no fue un fenómeno generalizado.
Ante esta explicación de la inflación en 2015, ¿qué podemos esperar para 2016? De entrada, absolutamente todos (incluyendo el Banco de México) anticipan un incremento en la inflación este año. La última encuesta quincenal de Banamex a 24 instituciones financieras revela un consenso (mediana) de 3.20 por ciento. La institución que prevé menos inflación es Finamex (2.70 por ciento), mientras que tan solo cuatro instituciones más piensan que la tasa no llegará a 3.0 por ciento. Scotia Bank, en cambio, es la única institución que anticipa una tasa superior a 4.0 por ciento (4.39 por ciento).
El razonamiento generalizado es que no habrán disminuciones en precios como el año pasado, que ayudaron a neutralizar aumentos en otros precios. Aunque no se espera que los precios de los commodities sigan disminuyendo con la misma intensidad, todavía no se anticipa alguna recuperación. Si bien es posible que el peso mexicano se deprecie todavía un poco más, nadie anticipa otro año de ajuste traumático. Finalmente, los cálculos del Banco de México apuntan a que todavía tendremos una brecha negativa del producto este año. Para la mayoría, la combinación de estos factores apuntan a que la inflación será aproximadamente un punto porcentual mayor en el 2016 que en el 2015.