Parecer ser que la propuesta formal de Miguel Ángel Mancera para el salario mínimo será elevarlo de una vez por todas a 80 pesos diarios, junto con cambios en la ley para eliminar toda indexación o referencia al mínimo para la fijación de cualquier otra cosa. Las preguntas que surgen de inmediato de los que se oponen al incremento son ¿cuál será el impacto inflacionario?, ¿qué relación guarda con la productividad?, ¿aumentará la informalidad y el desempleo? y posiblemente, ¿cuál será el impacto sobre los salarios medios? Las dudas que podrían tener los que están a favor son ¿qué tan positivo será el impacto neto sobre el bienestar de los mexicanos de los estratos de ingreso más bajos? y ¿cómo proseguir con el manejo del mínimo en el futuro?
Hace unas semanas escribí un artículo sobre el tema en el cual traté de establecer el consenso que había en el momento. Dije qué el mínimo era realmente una exageración, medido contra el parámetro que fuera y versus el país que fuera; el manejo del mínimo ha sido totalmente absurdo y abusivo, mientras que cualquier propuesta tendría que contemplar la eliminación de su indexación; su aumento no es la panacea para resolver problemas de pobreza y distribución inequitativa del ingreso; y que habría que cambiar o eliminar la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CNSM). Aunque la propuesta de Mancera parece tomar en cuenta todos estos puntos (salvo el hacer algo con la CNSM), habría que reconocer que aun 80 pesos sigue situando a México por debajo de prácticamente todos los demás países. En este sentido, no parece un monto exagerado o que pudiera causar desequilibrios importantes.
¿Tendrá un impacto inflacionario? En la medida en que se introduce una nueva ley para efectivamente eliminar toda indexación y referencia al mínimo, el impacto sobre los precios tendría que ser mínimo, si no es que nulo. No debería traducirse en un aumento en los salarios medios, sino confinarse al mínimo, por lo que afectará en principio solo a los que ganan este salario en el sector formal. La mayoría de los que perciben hasta un salario mínimo trabajan en la informalidad, donde el mínimo no tiene injerencia legal (por algo es el sector informal), sino a lo mucho sirve tan solo de referencia. Posiblemente habrá algún impacto en los salarios informales, sin embargo, no tendría por qué permear demasiado. Por último, el momento de aplicar el incremento es ahora, cuando existe una brecha de producto negativa, que según cálculos del Banco de México deberá perdurar hasta fines de 2015.
¿Qué pasará con la productividad? Uno de los argumentos más utilizados para contener el salario mínimo ha sido que cualquier aumento debe ser resultado de una mejoría en la productividad. No hay duda que este debe ser el caso de los salarios medios, pero hay que tener cuidado en generalizar. En las últimas décadas no ha existido relación alguna entre los aumentos decretos al mínimo y la productividad. El establecimiento de un salario mínimo es una política social y debe estar relacionada con umbrales de pobreza. Si como empresario no podemos justificar pagar un mínimo digno, no merecemos ser empresario. Pagar un salario por debajo del umbral de pobreza no es muy diferente a las condiciones de esclavitud virtual que existían en la época del Porfiriato. El tema del salario mínimo no debe mezclarse con el de productividad, al no ser que fuera demasiado elevado (lo cual claramente no es el caso).
¿Aumentará la informalidad? Posiblemente. De entrada, nadie podrá argumentar que la medida disminuirá la informalidad, ya que representa una barrera de entrada y posiblemente un incentivo para salir de la formalidad. Por lo mismo, la pregunta debe enfocarse a ver si habría tan solo un impacto marginal en la informalidad, o si pudiera ser mucho más significativo. Intuitivamente, creo que sí podríamos ver un incremento marginal en la tasa de informalidad laboral, más por el lado de representar una barrera de entrada, que de una expulsión de la formalidad, siendo que el porcentaje de personas que ganan hasta un salario mínimo en el sector formal es sumamente bajo. Sin embargo, este tema tiene que ser el más preocupante y uno que valdría la pena observar de cerca.
¿Aumentará la tasa de desempleo? Para responder, debemos recordar la estructura del mercado laboral en México. Las tasas de desocupación más bajas son las de los segmentos más pobres y menos educados, que no tienen otra alternativa más que aceptar el empleo que sea y al salario que sea, mientras que las tasas más elevadas pertenecen a las clases medias o superiores con mejor nivel educativo y mayores aspiraciones. Si el sector empresarial formal decide reducir su fuerza laboral, las personas encontrarán una ocupación en el sector informal, posiblemente ganando menos. Significa que podríamos ver una reducción en los ingresos de este segmento de la población y un aumento en la tasa de informalidad laboral, pero no en la tasa de desempleo.
¿Cuál será el impacto neto sobre el bienestar de los mexicanos en los estratos de ingreso más bajos? Posiblemente la pregunta más difícil, ya que habrá ganadores y perdedores. Si los ganadores podrían compensar a los perdedores (teóricamente, claro) y todavía tener una ganancia, la política es deseable para la sociedad en su conjunto. Sin embargo, aunque el balance fuera positivo, queda claro que seguiremos discutiendo posibles políticas públicas para disminuir la pobreza y mejorar la distribución del ingreso por muchas décadas en adelante. Ningún país ha resuelto estos problemas con la implementación de un salario mínimo, por más bajo o más alto que se quiera fijar.
¿Cuál debería ser la política del mínimo en el futuro? Queda claro que el manejo actual debe cambiar. No podemos permitir de nuevo una merma continua en su poder adquisitivo. Habría que estar atentos a los posibles efectos nocivos sobre la informalidad, pero los aumentos regulares de aquí en adelante deberán claramente compensar la inflación relevante para los hogares con ingresos menores (la cual no es la inflación general). Por último, insisto en que se debería desaparecer la CNSM.
Dr: Muchas felicidades por tu artículo. Súper claro. Una pregunta, la frase: «el momento de aplicar el incremento es ahora, cuando existe una brecha de producto negativa, que según cálculos del Banco de México deberá perdurar hasta fines de 2015.» ¿qué significa? No entendí bien por qué ahora es el momento de aplicar el incremento. Gracias por tu respuesta y felicidades, sigo todos tus artículos. Un fuerte abrazo, Ana Lilia
Si la brecha de producto (output gap) es negativa, significa que no hay presiones inflacionarias por el lado de la demanda. Si la brecha fuera positiva, las posibilidades de que el aumento repercute en más inflación es mayor.