El INEGI publicó hoy viernes el “Índice Agregado de los Ingresos Obtenidos por la Prestación de los Servicios Privados No Financieros” (IAI), que da cuenta de la evolución de los recursos originados por las empresas que prestan algún tipo de estos servicios. El IAI, que es de los muy pocos indicadores que tenemos sobre la prestación de servicios en el país, disminuyó 0.87 por ciento en términos desestacionalizados en noviembre respecto al mes anterior y cayó 4.6 por ciento a tasa anual.
En principio, la tasa anual negativa del IAI nos hace pensar que la tasa de actividades terciarias del IGAE pudiera ser negativa, ya que los servicios comprenden casi 77 por ciento de las terciarias en el PIB. No obstante, la correlación entre el IAI y los servicios reportados en cuentas nacionales no es muy elevada, ya que tienen composiciones distintas.
De entrada, debemos recordar que el IAI no representa la totalidad de los servicios, ya que se limitan a los privados no financieros, lo que significa que no abarca servicios financieros ni públicos. El hacerlo representaría una complicación mayor, ya que no queda muy claro que los ingresos obtenidos por los servicios públicos pueden representar el valor agregado que se quiere medir en el PIB. De hecho, el comunicado de prensa aclara que no abarca el sector 93 de “actividades del gobierno y de organismos internacionales y extraterritoriales”. Tampoco incluye los servicios financieros, que serían el sector 52 de “servicios financieros y de seguros” y algunos otros sectores como el 55 (corporativos) y el 81 (otros).
Esto significa que el IAI realmente no es el equivalente a un indicador agregado total de servicios del país. Las actividades terciarias (servicios y comercio) significan 61.8% del PIB, mientras que los servicios (ya sin comercio) constituyen 46.3%. Sin embargo, los servicios incluidos en el IAI representan sólo 39.2% del PIB. Más aún, si comparamos las ponderaciones de los servicios dentro del IAI con los del PIB, encontramos ponderaciones distintas.
Es importante señalar que la medición de servicios es sumamente compleja y difícil. Hace tiempo atrás se decía que los servicios eran actividades encaminadas a la satisfacción de necesidades y cuyo producto no era material, por lo que no se podía almacenar o transportar. Se consideraba, también, que su producción y consumo son simultáneos, lo cual exige la participación del cliente. Sin embargo, no todas las actividades de servicios se ajustan a esa definición y, al mismo tiempo, el desarrollo de la economía y los adelantos tecnológicos modificaron las formas en que se prestan algunos y han generado otros nuevos. Su conceptualización está cambiando de manera constante y la relación de éstos y los demás sectores es cada vez más de interdependencia.
Por todo lo anterior, realmente resulta difícil interpretar la tasa de -4.6 por ciento que reporta el INEGI.