En los últimos meses hemos visto muchos indicadores que señalan que la economía ha mejorado, después de un largo periodo (22 meses) de un estancamiento inusual. Las exportaciones no petroleras, en especial las del sector automotriz, han retomado su papel del motor de crecimiento principal de la actividad económica; la inversión privada empieza a crecer, mientras que el consumo privado ha mostrado señales de cierta mejoría. El gran ausente ha sido el gasto público, en especial la inversión pública, que afortunadamente no ha frenado demasiado al resto de la economía. El escenario apunta a que es posible alcanzar un crecimiento anual de 3 por ciento en la segunda mitad del año, que aunado al 1.7 por ciento de la primera mitad, nos daría un incremento alrededor de 2.4 por ciento para el año (el consenso).
Aun así, tenemos que reconocer que no es una tasa muy dinámica que digamos y todavía se ubica muy por debajo de lo que el gobierno nos prometió al inicio del sexenio. En especial, sale a relucir la debilidad del consumo de los hogares, que se ha visto muy afectado por una merma en su poder adquisitivo. Según los registros del IMSS, se perdieron alrededor de 700 mil empleos en la gran recesión de 2008-2009, que se recuperaron (con creces) en los siguientes años. Sin embargo, la mayoría de los empleos perdidos fueron de ingresos de cinco mil pesos o más, mientras que los que se han recuperado han sido mayoritariamente menores a tres mil pesos. Aunado a la disminución en los salarios, hubo una pérdida en el poder adquisitivo para los hogares de menores ingresos al medirlo vía el subíndice de precios de alimentos. También hubo una pérdida en el ingreso personal disponible de los hogares con mayores ingresos como consecuencia de la reforma hacendaria. Si a estos factores le agregamos un nivel de confianza muy baja y cierto sobreendeudamiento de las familias, nos encontramos con una situación precoz en la mayoría de los hogares, que explica el débil desarrollo del consumo. No obstante, la economía presenta signos de mejoría, por lo que se espera que se mantengan las tendencias positivas en la mayoría de los indicadores.
El Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) presentó una tasa de crecimiento de 0.33 por ciento en el primer mes del tercer trimestre (julio), que anualizada representa un avance de 4.04 por ciento, mientras que la tasa anual (respecto al mismo mes del año anterior) fue 2.5 por ciento. El buen comienzo del trimestre nos hizo pensar que en los tres trimestres podríamos observar ya un sólido avance. Sin embargo, hace unas semanas recibimos la noticia de que la industria manufacturera retrocedió -0.31 por ciento en agosto respecto a julio, por lo que ya anticipábamos que el mes no sería tan bueno como el anterior. Parte de la disminución se debió a una comparación desfavorable en el número de días laborales, ya que comparamos la tasa anual de 1.39 por ciento con la serie corregida por efectos de calendario, nos encontramos que aumentó 2.56 por ciento. Pero aun así, el desempeño de la manufactura en agosto no parecía ser un tropiezo importante, sino simplemente muestra de cierta varianza dentro de una tendencia positiva. Por lo tanto, la expectativa de agosto en su conjunto era de crecimiento positivo, aunque menor al del mes anterior.
No obstante, el INEGI reportó que el IGAE de agosto también fue negativa (-0.17 por ciento), como consecuencia de una caída (-0.24 por ciento) en las actividades terciarias (que son comercio y servicios). Esto significa que se ve difícil llegar a una tasa superior al 2.0 por ciento anual en el tercer trimestre. Esto obliga a una expansión mayor en el último trimestre de una tasa anual de 4.0 por ciento o más, para llegar a la tasa de 2.4 por ciento en 2014. El resultado parece representar un serio tropiezo para la recuperación anunciada.
Las buenas noticias son que las exportaciones no petroleras de septiembre señalan que las actividades secundarias deberían reportar muy buenas cifras en el último mes del tercer trimestre, ya que alcanzaron una tasa anual de 11.6 por ciento, la más elevada desde octubre de 2010. Confirma la hipótesis de que el tropiezo que registró la manufactura en agosto fue más bien una excepción y no un cambio de tendencia. Si las exportaciones no petroleras muestran crecimiento sostenido de dos dígitos en los siguientes meses, será posible ver una mejoría notable en el desempeño general de la economía.
Por lo pronto, las incógnitas que permanecen giran alrededor de la debilidad en el consumo de los hogares y en la ausencia del gasto público.