Después de más de una década de negociaciones, se le otorgó la autonomía al INEGI en 2008 y tres años después se le pasó la responsabilidad de elaborar y mantener los índices de precios que antes calculaba el Banco de México. La razón fue que el banco central no podía ser juez y parte, al ser el responsable de la estabilidad de precios del país. Por lo mismo, ahora el INEGI nos proporciona las medidas de inflación que se utilizan para juzgar al Banco de México.
La responsabilidad de las autoridades monetarias es enorme, ya que la inflación no solamente afecta el bolsillo de todos los mexicanos, sino también tiene repercusiones en las tasas de interés, contratos de arrendamiento, en la estabilidad del tipo de cambio, en las decisiones de inversión y en muchas otras esferas de la vida económica del país. Se le otorgó su autonomía en 1994 justo con miras a fortalecer su habilidad de llevar a cabo una política monetaria eficiente y eficaz, que pudiera garantizar la tan importante estabilidad de precios.
Justamente con la misma idea de que el Banco no puede ser juez y parte en materia de inflación, no le debería corresponder juzgar si cumplió o no con el objetivo prioritario del Banco. Más bien, la calificación final de su desempeño debería ser ajena al Banco, ya sea que lo haga el gobierno, el Congreso, el INEGI o la sociedad misma.
Sin embargo, el Banco mismo ha establecido que el objetivo de inflación es 3.0 por ciento puntual, con un rango de variabilidad de más/menos uno por ciento. El criterio casi único que utiliza para decir si cumplió en un año dado con su cometido es si la tasa de inflación de fin de año queda por debajo de 4% o no. En la práctica esto ha llevado a que las autoridades monetarias nos dicen que cumplieron si la inflación fin de año es de 3.9% o menos. Desde que se logró terminar el año con una tasa menor a 4% en 2003 (apenas, ya que fue 3.98%), el Banco lleva un año si y un año no cumpliendo su objetivo (siempre lo lograba en años nones), hasta ahora, que dice que cumplió dos años consecutivos (en 2011 y 2012). Incluso, dado que la tasa de fin de año de 2012 (3.57%) fue menor a la de 2011 (3.82%), nos dice que el panorama inflacionario ha mejorado.
Discrepo y déjame explicar por qué.
El objetivo de estabilidad de precios es permanente, es decir, no se trata de cumplir con el objetivo en un momento dado sino tener una tasa de inflación baja todo el tiempo. Al permitir al Banco utilizar la tasa de fin de año para juzgar su cometido, sólo tiene que asegurar que la tasa se ubique por debajo de 4% en diciembre, sin importar que se situara por arriba en el resto del año. ¿Y los otros once meses?
Si el objetivo es permanente, deberíamos tomar en cuenta el desempeño de los precios todos los meses. Lo sucedido en estos últimos dos años es un excelente ejemplo. En principio, como la tasa de fin de año fue menor en 2012 que en 2011, se llega a la conclusión de que 2012 fue mejor año que el anterior. Sin embargo, la tasa anual en 2012 estuvo por encima de la tasa de 2011 en los once meses de enero a noviembre. En 2011 la tasa anual nunca se ubicó por encima de 4%, mientras que en 2012 se situó arriba del umbral en siete de los doce meses del año. En 2012 experimentamos una burbuja inflacionaria en el tercer trimestre que llevó la tasa anual a 4.77% en septiembre. En cambio en 2011 nunca se presentó algún tipo de altercación similar y terminó siendo el mejor año de inflación desde que se introdujo el INPC en 1969.
Algo parecido sucedió en 2009 cuando la inflación fin de año también se ubicó en 3.57%. En ese año la inflación se ubicó por encima de 4% en diez de los doce meses del año, incluso ubicándose por encima de 6% por cuatro meses y por arriba de 5% en ocho. La inflación sólo logró ubicarse por debajo de 4% en los dos últimos meses del año. En general, fue un año de alta inflación por lo que podemos decir que las autoridades cumplieron con su objetivo.
Dado que la tasa de doce meses no es buen parámetro, necesitamos otras formas de juzgar al Banco de México. Propongo la combinación de dos: la tasa promedio anual y el número de meses en el año en que la inflación se ubica por debajo de 4%. El primero se calcula tomando el promedio de las doce tasas anuales del año (o bien, el promedio de los doce índices del año dividido por el promedio de los doce del año anterior), por lo que toma en cuenta el desempeño de los doce meses. El segundo es más simple, se toma el porcentaje de meses en el año en que la inflación se ubicó por debajo de 4%. En principio, debería ser 100%.
Si utilizamos el parámetro del Banco, es decir, la tasa anual de fin de año, las autoridades monetarias lograron su objetivo en 2003, 2005, 2007, 2009, 2011 y 2012, mientras que no lo lograron en 2004, 2006, 2008 y 2010. En otras palabras cumplieron en seis de los últimos diez años. En cambio, si utilizamos la tasa promedio anual del año, lo lograron sólo en 2005, 2006, 2007 y 2011, es decir, en cuatro de los diez años. Si aplicamos el segundo parámetro, encontramos que únicamente en 2006 y 2007 cumplieron en más de la mitad de los meses (66.7% y 58.3%, respectivamente) y en una sola ocasión (2011) lograron mantener la inflación por debajo de 4% en todos los meses del año.
Con parámetros más amplios para juzgar a las autoridades monetarias llegamos a la conclusión que a pesar de mejores resultados en esta década comparada con las tres anteriores, todavía no podemos decir que hemos logrado una estabilidad plena de precios. En un solo año (de diez) tuvimos una tasa constante por debajo de 4% y nunca hemos logrado alcanzar la meta puntual de 3%. Lo más cercano fue 2011 cuando se mantuvo la inflación en promedio en 3.41%.
Siempre me ha llamado la atención, del ¿por que Banxico no ha cambiado la tasa de objetivo desde el 2009?; si no cumple con el objetivo de inflación. Sabemos, que realiza subastas de dineroy operaciones de mercado abierto, pero al parecer no han ayudado a mantener el poder adquisitivo de la moneda, el cual es su razón de ser. ¿Acaso hacen algo en Banxico? ¿O confian tanto en la teoría de las expectativas racionales?
La razón de fondo es que el Banco tiene un objetivo adicional implícito, que es contribuir al crecimiento económico y fomentar la creación de empleos (hasta donde pueda contribuir la política monetaria), siempre y cuando no crea presiones inflacionarias. El Banco no ha cumplido cabalmente con su objetivo principalmente por shocks de oferta, mientras que no hay evidencia de presiones inflacionarias tradicionales (de demanda). Aumentar la tasa de política monetaria realmente no va ayudar a reducir más la inflación.