El tema de la seguridad pública ha crecido en importancia en forma continua a través de los últimos años. No sólo por los reclamos de las familias afectadas directa o indirectamente (que cada vez son más y más), sino también por el efecto negativo que tiene sobre la evolución misma de la actividad económica. Aunque es muy difícil medir, es lógico que haya repercutido en prácticamente todas las esferas de la economía, desde la producción y la distribución, hasta la compra y el consumo de todos los bienes y servicios de todos los sectores económicos en el país.
Por lo mismo, llama la atención la noticia que se divulgó el miércoles 6 de julio de una mejoría en la percepción sobre la seguridad pública, resultado de una encuesta mensual que levanta el INEGI. Se reportó que en junio del año en curso, el Índice de Percepción Sobre la Seguridad Pública (IPSP) se ubicó en 99.5 puntos, que es 6.7% superior al nivel reportado en el mismo mes de 2010 y que se debió a un avance en los cinco componentes parciales que lo integran. ¿Qué significa esto? ¿Cómo lo debemos interpretar? ¿Realmente podemos decir que hay una buena percepción sobre el tema en el país?
Es muy importante saber interpretar correctamente este tipo de indicadores, llamados índices de difusión. El INEGI nos informa que el IPSP se construye a partir de cinco indicadores (o preguntas) parciales: dos de ellos se basan en la percepción sobre la seguridad personal actual y la esperada dentro de un año; otros dos consideran la opinión sobre la situación actual de la seguridad pública en el país y la esperada dentro de un año; y el quinto refleja el grado de confianza que tiene el entrevistado al caminar solo entre las 4 y las 7 de la tarde por el rumbo donde vive.
Cada pregunta tiene cinco posibles respuestas de mucho mejor, un poco mejor, igual, algo más inseguro o mucho peor, de los cuales se pondera cada uno con valores de 100, 75, 50, 25 y 0. De esta forma se obtiene un promedio ponderado para cada pregunta o indicador parcial, cuyo valor siempre estará en un rango de 0 a 100. Si el 100% de los entrevistados contestan “mucho mejor”, el índice tomará un valor de 100, mientras que si el 100% contesta “mucho peor”, llegará a registrar 0. Para llegar al índice total se toma el promedio simple de los cinco índices parciales. Así podemos establecer que si el valor final se ubica por debajo de 50, el promedio ponderado tiende al pesimismo o a una percepción de inseguridad. De igual forma, si el índice toma un valor por encima de 50, la percepción tiende más hacia el optimismo o a la percepción de mayor seguridad.
¿Qué nos dice el valor de 99.5 que se reportó para el mes de junio? Realmente muy poco. La razón es que se igualó el resultado del índice de abril de 2009 (el primer mes en que se levantó la encuesta) a 100, quitándose la referencia más importante de la encuesta, que es el promedio ponderado de los encuestados, es decir, la referencia de un valor entre 0 y 100 con un umbral de 50. Al realizar esta operación, lo único que queda del IPSP es una referencia a cómo estamos ahora en relación a abril de 2009, pero ¿cuál fue la percepción en ese momento? En primera instancia, no sabemos.
Afortunadamente, el INEGI publica los resultados en un marco de transparencia al divulgar los porcentajes de cada respuesta a cada pregunta en su comunicado de prensa. Por ejemplo, allí podemos encontrar que únicamente el 0.27% de los entrevistados contestaron que sentían que la seguridad pública en el país hoy en día es mucho mejor comparada con la que se tenía hace 12 meses (un año atrás). Si consideramos que la encuesta se aplica a 2,336 viviendas urbanas distribuidas en todas las entidades del país, esto significa que fueron sólo seis hogares en toda la República que creen que su seguridad está mucho mejor ahora a la de hace un año. Más aún, si consideramos que el nivel de confianza de los resultados es del 95% con un error relativo del 2.68%, no podemos afirmar con certeza que un solo hogar en todo el país siente que su seguridad es ahora mucho mejor.
Dado que lo más interesante y analítico del índice es su referencia dentro del rango de cero a cien, podemos tomar los porcentajes de las respuestas y reconstruir el promedio ponderado y así saber en realidad cuál es la percepción del público sobre el tema. Resulta que el valor real del índice es 37.3, significativamente por debajo del umbral de 50 puntos. Esto nos dice que el público tiene hoy en día una percepción generalizada de inseguridad. Aunque sí es cierto que la percepción mejoró marginalmente en cada uno de los cinco indicadores parciales respecto al mes anterior y al mismo mes del año anterior, cada uno de los componentes sigue ubicándose en la parte negativa del rango.
Por ejemplo, las respuestas a la pregunta de qué tan seguro nos sentimos al caminar solos en la tarde arrojan un promedio ponderado de 33.8 puntos. ¿Cómo interpretamos esta cifra? Por un lado, podemos decir que es el valor más elevado que ha tenido el índice desde que empezó hace 27 meses, lo cual es definitivamente algo bueno. Sin embargo, dado que el valor está muy por debajo de 50, podemos ver que todavía existe una percepción de bastante inseguridad sobre este punto entre el público.
Desafortunadamente, el IPSP no se reporta como debe ser, sino simplemente con una referencia a un mes arbitrario en el pasado. Esto le quita para la gran mayoría del público no sólo su valor analítico más importante, sino hasta la propia credibilidad en la encuesta. No todos saben interpretar adecuadamente la información brindada en el boletín para reconstruir los valores en su forma original.
¿Por qué insisto en la interpretación correcta de los índices de difusión? Déjenme poner un ejemplo muy ilustrativo. Esto es el equivalente a una encuesta sobre la intención de voto del público. Si en vez de informar los porcentajes de intenciones para cada candidato, se limita a reportar cómo se encuentran las intenciones respecto a un mes de hace dos años, no sabremos lo más importante que nos puede decir la encuesta, que es quién está en la delantera y ganaría si las elecciones se llevaran a cabo en este momento. No tendríamos la referencia de un porcentaje entre 0 y 100, donde un valor por encima de 50 significa que ese candidato tendría la mayoría de votos. Peor aún, podríamos llegar a una conclusión equivocada y llevar una sorpresa muy grande al momento de efectuarse la elección. Todavía peor que esto es que una encuesta de esa forma nos podría llevar a cuestionar la legitimidad de todo el proceso electoral.