La semana pasada, INEGI informó que la inflación anual de 2018 cerró en 4.8 por ciento, casi dos puntos porcentuales por debajo de la tasa de 6.8 por ciento del año anterior. Sin embargo, la disminución fue en los primeros cinco meses, cuando llegó a su punto más bajo de 4.5 por ciento en mayo. En los últimos siete meses del año, permaneció dentro de un rango de 4.6 a 5.0 por ciento. La inflación subyacente, que es el incremento en precios de bienes y servicios susceptibles a las acciones de política monetaria, disminuyó a 3.7 por ciento, de 4.9 por ciento a fines de 2017. Igual que la general, el movimiento a la baja se registró en los primeros cuatro meses del año y después ha quedado estancado alrededor de 3.7 por ciento. En cambio, la inflación no subyacente, que se refiere al movimiento en precios cuya determinación no es típica (precios de energéticos, tarifas del gobierno y agropecuarios) bajó a 8.4 por ciento en 2018, de 12.6 por ciento el año anterior. Si bien hubo algo de mejoría en la inflación, el incremento tan marcado en el precio de la gasolina en el transcurso del año fue el culpable principal.
Con el cierre de 2018, la inflación acumulada en el sexenio fue 27.9 por ciento, para un promedio anual de 4.2 por ciento, siendo la tasa más baja para un sexenio desde que existe el INPC (que se empezó a levantar en 1968). No obstante, la mejoría en los últimos dos sexenios ha sido marginal, ya que en el sexenio de Calderón la inflación acumulada fue 28.5 por ciento (4.3 por ciento promedio anual) y en el sexenio de Fox 29.8 por ciento (4.4 por ciento promedio anual). Aun así, llevamos tres sexenios seguidos con una inflación promedio inferior a 5 por ciento anual, es decir, con una tasa promedio anual de 4.3 por ciento. Sin duda alguna, una mejoría notable en comparación a los cinco sexenios anteriores con inflaciones de dos dígitos (Echeverría 14.9 por ciento; López Portillo 33.2 por ciento); De la Madrid 83.4 por ciento; Salinas 15.6 por ciento; y Zedillo 21.8 por ciento promedio anual).
La autonomía del Banco de México arranco en abril de 1994, sin embargo, en medio de una crisis que culminó en la devaluación de diciembre de ese año, lo cual provocó que la inflación terminara en 52.0 por ciento en 1995. Durante ese sexenio (de Zedillo), la inflación fue bajando año con año, hasta culminar 2000 en la zona de un solo dígito, en 9.0 por ciento. En los siguientes 18 años se ha mantenido por debajo de 5 por ciento, cada vez más cerca al objetivo de 3 por ciento. Sin duda, la autonomía del Banco y la introducción de una política cambiaria flexible fueron aciertos importantes.
No obstante, dado que el mérito no era del gobierno federal, sino del Banco Central, quizás se debería de ver las tasas promedio por Gobernador. En principio, se podría argumentar que es mérito compartido, ya que, si el gobierno federal no hubiera respetado la autonomía y no hubiera buscado cierto equilibrio fiscal, hubiera sido muy difícil obtener estos resultados. También es importante señalar que cada Gobernador pasó por etapas y circunstancias distintas, por lo que ha sido un esfuerzo continuo de ir consolidando una política monetaria adecuado para la estabilidad macroeconómica.
El primer Gobernador fue Miguel Mancera Aguayo, quien fue Director General antes de la autonomía a partir de 1982 y después Gobernador hasta finales de 1998. Sus números son aterrorizantes, ya que se acumuló 22,545.1 por ciento de inflación (43.3 por ciento promedio anual) al frente de la institución. Sin embargo, su mérito fue lograr la autonomía después de la etapa más complicada en la histórica económica reciente, reducir la inflación a 15.7 por ciento y dejar puesto la estructura institucional para seguir abatiendo la inflación.
Guillermo Ortiz acumuló 115.7 por ciento en sus doce años como Gobernador, un promedio anual de 6.6 por ciento. Sin embargo, fue él quien introdujo la política monetaria actual de “inflación por objetivos”, consolidó la inflación de un solo dígito por debajo de 5 por ciento y manejó las crisis de 2001 y de 2008-2009. Agustín Carstens tiene los mejores números, ya que en sus casi ocho años al frente de la institución acumuló 36.1 por ciento de inflación, para un promedio anual de 3.97 por ciento. No obstante, no enfrentó una recesión y obtuvo el beneficio de llegar como Gobernador cuando la autonomía y la política monetaria estaban muy consolidados.
Los números tal cual describen las épocas, pero no dicen quien desempeño mejor papel. Cada uno enfrentó las circunstancias del momento, siendo lo más importante la mejoría continua y el heredar mejores resultados que los que recibió.