La semana pasada el INEGI divulgó los datos del PIB del último trimestre y de todo el año pasado. El mismo día, también dio a conocer el desempeño del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de diciembre. En ese momento nos enteramos de que las actividades terciarias crecieron 3.9% a tasa anual en diciembre y a 0.24% respecto al noviembre. Hubo una ligera mejoría en el crecimiento en los últimos meses del año, lo que sugiere que la economía interna empieza a registrar un poco más de dinamismo.
En si la noticia fue buena, ya que es importante ver que nuestra economía puede marchar solo sin el estimulo constante de las exportaciones. Por lo mismo, debemos estar atentos a mayor evidencia de que realmente sea el caso. Por lo mismo, aunque una semana después, fue interesante ver los datos que se dieron a conocer sobre el comercio y los servicios.
El comercio al por menor disminuyó 2.56% en diciembre respeto al mes anterior, dato que no sorprendió, ya que en noviembre hubo un crecimiento anormal de 3.5% en respuesta al fin de semana especial de ofertas que organizó el sector privado. La mejor forma de ver el comportamiento es ver el trimestre en su conjunto, que creció 2.3% respecto al anterior, equivalente a una tasa de 9.3% anual si así hubiéramos visto todos los trimestres del año.
Sin embargo, el comercio (tanto al por menor como al por mayor) representa apenas alrededor del 15% del PIB, por lo que no es representativo de las actividades terciarias en su conjunto. Falto considerar los servicios, que explican prácticamente la mitad del PIB. Por lo mismo, hay que estar atentos al boletín de prensa del INEGI de los resultados de la encuesta mensual de servicios. ¿Vieron el dato? Yo creo que no, ya que el INEGI ha dejado de emitir un boletín de prensa cuando salen los resultados. ¿Por qué? Debería ser de primer interés los servicios, ya que agregan 13 (de 20) de los sectores en que se desagrega el PIB. Sin embargo esta información, sin boletín de prensa, se dio a conocer una semana después que supimos el crecimiento de todas las actividades terciarios.
El problema radica en que los resultados de la encuesta no reflejan del todo bien el comportamiento de los servicios, por lo menos no para reconstruir la información del IGAE de una semana antes. El problema fundamental es que el sector tiene una definición menos precisa que los demás, mientras que los distintos servicios son muy heterogéneos. El concepto es uno de ésos que los economistas piensan tener muy establecidos en su mente y creen saber de forma exacta de qué hablan cuando se refieren a él. Sin embargo, el sector agrupa una variedad de actividades que tienen muy poco en común, más allá del carácter intangible. Por ello, en la mayoría de los casos son muy complicados de medir mediante un índice cuantitativo y establecer con claridad las unidades de cuenta. La frontera entre calidad y cantidad es, en especial, borrosa.
En un inicio se decía que los servicios son actividades encaminadas a la satisfacción de necesidades y cuyo producto no es material, por lo que no se puede almacenar o transportar. Se consideraba, también, que su producción y consumo son simultáneos, lo cual exige la participación del cliente. Sin embargo, no todas las actividades de servicios se ajustan a esa definición y, al mismo tiempo, el desarrollo de la economía y los adelantos tecnológicos modifican las formas en que se prestan algunos y han generado otros nuevos. Su conceptualización está cambiando de manera constante y la relación de éstos y los demás sectores es cada vez más de interdependencia.
El obstáculo fundamental de medición fue resuelto en la encuesta mensual de servicios mediante un proceso de rediseño mayor, que incorporó el concepto de ingresos por suministro de servicios, que están definidos como las entradas monetarias obtenidas por la unidad de observación durante el mes de referencia como resultado de la prestación de servicios y actividades complementarias. No obstante, en atención a recomendaciones internacionales, no se incluyen los servicios financieros ni al sector público. Por lo mismo, lo que se obtiene es un indicador de servicios prestados por el sector privado no financiero.
El problema no se acaba allí, ya que dada la complejidad del sector servicios, es casi imposible pretender abarcar todas las ramas incluidas en cada sector. De entrada, el indicador deja fuera a 55 ramas del total de 112 que se contemplan en las clasificaciones sectoriales. Hay muchas ramas que son más concentradas que permiten su captura con diseños determinísticas y algunas más pulverizadas que se pueden estimar con diseños probabilísticos. Sin embargo, algunas están tan pulverizadas y con estructuras tan complejas, que incluso con una muestra probabilística no se logra integrar una representatividad.
Al final de cuentas, se construye el indicador agregado de servicios prestados por el sector privado no financiero con ponderaciones que simplemente no corresponden a las de las cuentas nacionales. Por ejemplo, el sector 53 de “servicios inmobiliarios y de alquiler de bienes muebles e intangibles” representa 28.4% del sector en las cuentas nacionales, pero sólo abarca 1.3% en el indicador agregado. De los nueve sectores que pretende abarcar, ni uno se acerca a la ponderación correspondiente en cuentas naciones.
Entonces, ¿qué mide el indicador agregado de servicios? Sin saber la respuesta, por lo menos sabemos que no mide lo mismo que se supone que miden los mismos sectores en el PIB. Esto nos lleva a preguntar ¿cómo miden el mismo desempeño en el PIB? Puede ser que esta sea la razón por la cual los resultados no se divulgan en un comunicado de prensa. Pero lo peor, es que no tenemos indicadores confiables, analíticos, que nos ayuden a decir que pasa realmente en las actividades terciarias de la economía, que representan dos terceras partes de la economía y que es el mejor reflejo de la economía interna.