El INEGI acaba de anunciar el crecimiento del PIB para el segundo trimestre, junto con el IGAE para junio. La noticia es importante, ya que muchos esperan que la actividad económica muestre ya signos de desaceleración. La tasa anual, es decir, respecto al mismo periodo del año anterior, fue 4.1%, ligeramente por debajo del consenso que esperaba 4.3%. La tasa trimestral, es decir, respecto al trimestre inmediato anterior partiendo de cifras desestacionalizadas, fue 0.87%. Si anualizamos esta última tasa, para hacerla comparable con la de Estados Unidos, resulta que fue 3.5%. En otras palabras, México creció más de lo doble que Estados Unidos, cuya actividad económica expandió 1.5% en el mismo periodo.
Es casi un hecho que los medios van a reportar una desaceleración en la actividad económica, ya que la tasa anual del segundo trimestre fue menor al reportado para el primer trimestre. Primero, habría que apuntar que el crecimiento del primer trimestre fue revisado a la baja, de 4.63% a 4.50%. Segundo, habría que tomar en cuenta que al hablar de una tasa anual estamos hablando del crecimiento acumulado de los cuatro trimestres anteriores. En otras palabras, la tasa anual consiste implícitamente de la multiplicación de los cuatro últimos trimestres, por lo que puede ser mayor o menor no sólo por lo que pasó en el segundo de 2012, sino también por el trimestre que se deja de considerar (el segundo de 2011). La tasa anual será mayor o menor a la del trimestre anterior si la tasa que agregamos es mayor o menor al que quitamos. Esto se llama el efecto de la base de comparación. En este caso, la tasa del segundo trimestre de 2011 fue 3.1%, mientras que la del segundo de 2012 fue 2.7%.
Como se puede apreciar, el análisis del crecimiento económico mediante tasas anuales puede ser un tanto confuso y habitualmente puede derivar en conclusiones erróneas o por lo menos no muy exactos. Para esto nos remitimos a la serie desestacionalizada del PIB para analizar el comportamiento en el margen, es decir, respecto al trimestre inmediato anterior. El crecimiento del segundo trimestre fue 0.89%, que anualizado resulta 3.5%. La tasa anualizada nos da una idea de magnitud, ya que es el crecimiento que resultaría si creciéramos en todos los trimestres del año a la misma tasa.
Lo primero que podemos decir respecto a esta tasa es que sí resulta un poco menor al del trimestre anterior, que fue 1.2%. Sin embargo, si tomamos en cuenta que siempre crecemos alrededor de una tendencia, vemos que tampoco es una diferencia significativa. Por ejemplo, el crecimiento promedio de los últimos cuatro trimestres (usando cifras desestacionalizadas) fue 1.00%; de los últimos seis fue 0.98%; y, de los últimos 10 fue 1.01%. El promedio de los cuatro trimestres de 2011 fue 0.95%. Intuitivamente, esto nos dice que aunque el crecimiento marginal fue ligeramente menor, la tendencia debería de verse bastante estable. De hecho, la serie tendencia-ciclo del PIB que proporciona el INEGI señala que la tendencia se ubica en 4.1% anual y que ha fluctuado entre 3.9 y 4.3% desde el último trimestre de 2010. En otras palabras, llevamos siete trimestres creciendo dentro de un rango bastante estable.
Si tomamos una perspectiva todavía más en el margen, podemos ver que en junio la actividad económica creció 0.9% respecto a mayo. Esta tasa anualizada representa un avance de 11.4%, por lo que es muy robusto. Sin embargo, habría que recordar que mayo tuvo un desempeño negativo, por lo que muchas veces el fijarnos en la tasa de la última observación puede resultar engañoso al perder la perspectiva de la tendencia.
En principio, la gran mayoría de los economistas esperan una desaceleración en la segunda mitad del año. Si tomamos en cuenta que el consenso se ubica entre 3.6 y 3.8% (dependiendo de la encuesta), entonces implícitamente se espera crecimiento entre 3.1 y 3.5% para la segunda mitad del año. Una institución financiera que participa regularmente en las encuestas, anticipa una desaceleración hacia 2.7% en la segunda mitad del año, alegando que habría prácticamente un desplome en la actividad industrial de Estados Unidos. Sin embargo, las cifras para nuestro vecino del norte para julio no fueron malos, ya que la tasa fue 0.6% (6.2% anualizado). Incluso, las ventas al por menor, que venían disminuyendo en meses anteriores, registró un avance de 0.8% en julio.
Por lo pronto, no se puede descartar la posibilidad de una desaceleración en la segunda mitad del año, en especial, en función de la demanda por nuestras exportaciones no petroleras que proviene esencialmente de Estados Unidos. Sin embargo, hasta ahora la evidencia señala que cualquier desaceleración que se ha registrado hasta ahora es bastante marginal, tanto con nuestros vecinos como en nuestro propio país. Hay dos o tres datos desalentadoras (como el crecimiento de las exportaciones no petroleras de junio), pero todavía no muestran tendencias sólidas ni evidencia suficiente como para decir que ya se está presentando. Esto significa que debemos de seguir muy atentos a los datos que saldrán en los siguientes meses para realmente poder decir que estamos ante una desaceleración.