El crecimiento económico de México ha sido muy bajo en las últimas décadas, a tal grado que el promedio anual de cada periodo presidencial ha resultado menor al anterior en los últimos tres sexenios. La nueva administración sabe que de no revertir esta tendencia, México no podrá progresar y todos nuestros problemas se complicarán aún más. Esto ha llevado a enormes esfuerzos de conciliación y negociación con todos los partidos políticos para llegar a un gran acuerdo, que se ha plasmado en el famoso Pacto por México, que como sabemos es un conjunto de acuerdos que buscan (entre otras cosas) acelerar el crecimiento del país.
Las razones del pobre desempeño económico del país son muchas, sin embargo, una ha sido la muy baja penetración crediticia, definida como el acervo de crédito del sistema bancario en relación al PIB. México se sitúa entre los últimos lugares de América Latina, manteniéndose como obstáculo al crecimiento elevado y sostenido. Sin posibilidades de obtener créditos para capital de trabajo o expansión productiva, muchas empresas no pueden crecer e incluso desaparecen.
Por lo mismo, el Pacto para México incluye una reforma financiera que busca transformar a la banca y al crédito en palanca de desarrollo de hogares y empresas. Si bien, se ha logrado consolidar una banca estable y capitalizada, ésta no ha sido capaz de ofrecer créditos suficientes y accesibles para apuntalar el crecimiento económico. Sin conocer todavía los detalles, la reforma buscará fortalecer la Banca de Desarrollo para que apoye eficientemente la infraestructura y las pymes, mientras que modificará el marco legal para que la banca comercial y demás instituciones de crédito presten más y más barato. Entre las pretensiones de la reforma está una revisión de la ejecución de garantías, que buscará reforzar los derechos de propiedad para reducir los riesgos sistémicos y así reducir el costo de los servicios financieros.
La debilidad del sistema bancario se hizo evidente a raíz de la crisis económica de 1995, que prácticamente destruyó al mercado crediticio. La evidente debilidad de los derechos de propiedad del momento desató la famosa “cultura del no pago”, que provocó el desplome real de 78.9% en el crédito directo de la banca comercial al sector privado. No fue hasta que se introdujeron varias reformas financieras que modificaron los procedimientos de bancarrota, capitalizaron de nuevo a la banca y que introdujeron nuevos apoyos como el buró de crédito, que ayudó al mercado crediticio volver a resurgir.
Después de tocar fondo a mediados de 2003 a niveles inferiores a 6% del PIB, la penetración crediticia empezó a crecer de nuevo y ahora se ubica por encima de 20%. No obstante, los niveles actuales siguen ubicando al país en los últimos lugares de América Latina y el crecimiento observado no ha sido suficiente. A pesar de que existe una banca bien capitalizada y estable, no ha podido desarrollar el dinamismo necesario para ser palanca de desarrollo.
Sin lugar a duda, cualquier reforma de la estructura jurídica que fortalezca los derechos de propiedad y que brindé mayores garantías de que el Poder Judicial pueda avalar eficientemente el cumplimiento de los contratos, deberá ayudar al crecimiento del mercado crediticio. En el proceso será fundamental cuidar y mejorar los incentivos, tanto de la banca como de las empresas y los hogares, para asegurar mayor crecimiento harmónico e integral del sistema financiera.
Al final de cuentas no hay que dejar al lado el hecho de que México tiene una muy baja inclusión financiera, definida como el porcentaje de la población que tiene y utiliza el sistema bancario. En buena medida, este fenómeno se explica mediante la falta de incentivos y el alto nivel de informalidad de la economía. El hecho de que la tasa nacional de informalidad laboral se ubique alrededor de 60% de la población ocupada es un buen indicio del tamaño del problema. Queda claro que el sistema bancario no puede trabajar con condiciones de informalidad.
El crédito no es un problema de las grandes empresas, ya que cuentan con acceso a los mercados internacionales. La falta de acceso al crédito es un problema específico de las pymes, que sufren en sus prácticas contables, que no pueden ofrecer las garantías suficientes y que carecen de la permanencia necesaria para ser sujeto a créditos de mayor plazo. La banca no puede prestar a un proyecto con poca garantía de éxito y las estadísticas muestran que la vida promedio de una pyme es menor a dos años.
¿El poco éxito de las pymes es por falta de financiamiento, o bien, por otras razones? Si es por lo primero, entonces la búsqueda de mayor fluidez financiera puede ser la solución. Sin embargo, si es por otras razones la canalización de recursos escasos a proyectos insostenibles puede resultar demasiado onerosa.
Es difícil pensar que este tipo de problemas se puedan resolver sólo mediante una nueva reforma. Se deberán complementar con medidas eficientes adicionales que alinean los incentivos para todos los involucrados. ¿Será?