Los datos oficiales del INEGI del Sistema de Indicadores Cíclicos sirven para determinar en qué fase del ciclo económico nos encontremos, ya sea expansión, desaceleración, recesión o recuperación. La nota metodológica que aparece cada mes en su boletín de prensa dice claramente que para determinar si estamos en recesión o no, es necesario primero contar con por lo menos 21 meses entre el pico actual y el pico anterior (para asegurar que estemos en un ciclo distinto al anterior) y que existe por lo menos 9 meses de desaceleración desde el último pico. En cuando a estos criterios, existe más de cuatro años entre el pico actual y el anterior, mientras que llevamos 21 meses de desaceleración. Por lo mismo, según los datos y definición oficial del INEGI, la economía mexicana se encuentra actualmente en una recesión.
Este hecho ha causado algo de controversia, ya que varios funcionarios de primer nivel han desconocido el hecho. Parte es que para muchos la definición de una recesión es que existan por lo menos dos trimestres consecutivos de caída en el PIB. Sin embargo, este no es realmente su definición sino solamente una regla de aproximación. Está documentado que lo de los dos trimestres fue una idea al vapor del economista Arthur Okun cuando éste estaba al frente del Consejo Económico del Presidente Lyndon Johnson de Estados Unidos en 1967. En plena campaña electoral, existía preocupación por la percepción del público de que existiera una recesión. Okun introdujo la idea como una fórmula sencilla para convencer a la gente de que no estaban técnicamente en recesión. Fue una decisión arbitraria, sin fundamento teórico, que nació como una idea interesante en una campaña política para ayudar a que Johnson ganara las elecciones.
La definición exacta de una recesión fue establecida en la década de los 20 del siglo pasado por los economistas Wesley Mitchell y Arthur Burns, en el seno del Buro Nacional de Investigación Económica (NBER) en Estados Unidos. Esta institución es una organización académica privada no lucrativa y sin afiliación partidista, que se dedica a promover un mejor entendimiento sobre el funcionamiento de la economía. La definición original y correcta es de una caída significativa de la actividad económica que se extiende por toda la economía en su conjunto y abarca también al estado del empleo (se puede consultar en www.nber.org/cycles/). No se usa directamente al PIB para su determinación (ya que es de frecuencia trimestral), sino específicamente al ingreso real, el empleo, la producción real y las ventas al menudeo (todos indicadores mensuales).
Investigaciones posteriores en el NBER, conducidas principalmente por el economista Geoffrey Moore (fundador del Instituto de Investigación de Ciclos Económicos, ECRI), encontraron que la mejor forma de reproducir los ciclos económicos y así aproximar las fechas de comienzo y fin de las recesiones era mediante la construcción de índices compuestos de indicadores coincidentes, que consistían justamente de los indicadores antes señalados. El NBER decidió establecer en 1978 el Comité de Fechas de los Ciclos Económicos y desde entonces, ha existido un proceso formal para anunciar los picos y valles de la actividad económica. Aunque el Comité ha señalado que no utiliza una fórmula específica para determinar los tiempos, el índice compuesto de indicadores coincidentes replica de manera fiel todas las fechas reportadas por el NBER.
En el año 2000 el INEGI desarrolló por primera vez el Sistema de Indicadores Compuestos: Coincidente y Adelantado (SICCA) con base en la metodología clásica del NBER. Con estos indicadores se pudo determinar de manera exacta el comienzo y fin de las seis recesiones que tuvimos hasta 2010. No obstante, en noviembre de 2010 el INEGI decidió cambiar de metodología y adoptar la escuela de los ciclos de crecimiento, empujado sobre todo por la OCDE. Así nació el Sistema de Indicadores Cíclicos (SIC), que se utiliza de manera oficial para determinar los ciclos económicos y las fechas de comienzo y fin de las recesiones.
El índice compuesto coincidente que utiliza el INEGI en el SIC, consiste de seis indicadores, que tienen la propiedad esencial de replicar (coincidir) el ciclo económico. Estos son: la actividad económica (básicamente el IGAE), la actividad industrial, las ventas al por menor de establecimientos comerciales, el número de asegurados permanentes registrados en el IMSS, la tasa de desocupación (desempleo) abierto urbano y las importaciones totales.
La metodología de la OCDE consiste en desagregar el índice compuesto coincidente en sus componentes estadísticos, típicos de cualquier serie de tiempo: el patrón estacional, la tendencia-cíclico, la tendencia de largo plazo y el elemento aleatorio (conocido como ruido blanco). Lo primero que se hace es igual la tendencia de largo plazo a 100 a lo largo del tiempo y después ver el comportamiento de la tendencia-cíclico respecto a la tendencia de largo plazo. Si el indicador se ubica por encima de 100 y creciendo se dice que se ubica en su fase de “expansión”. Si se ubica por encima pero disminuyendo se encuentra en la etapa de “desaceleración”. Si el indicador cae por debajo de la línea de 100 y sigue disminuyendo, está en “recesión”, mientras que si empieza a crecer de nuevo entra en la fase de “recuperación” hasta que vuelva a cruzar la línea de 100. En otras palabras, las fases se determinan en función de que si el indicador crece o disminuye y su ubicación respecto a su tendencia de largo plazo.
Los últimos datos disponibles señalan a tres de los indicadores del índice compuesto en fase de recesión (ventas, asegurados y desempleo), mientras que los otros tres se sitúan en recuperación. Salvo los indicadores laborales, que todavía muestran mucha debilidad, los otros indicadores parecen mostrar señales de mejoría. Esto significa que esta recesión, que es poco profundo en comparación a cualquier otra recesión de la economía mexicana, está a punto de terminar y convertirse ya en recuperación.
Afortunadamente, el INEGI es hoy en día una institución autónoma, que se dedica a divulgar indicadores bien hechos y confiables aun cuando no señalan lo que quieren las autoridades. Queda claro que en otras épocas, las autoridades no hubieran permitido al INEGI publicar cifras que contradicen en forma tajante las declaraciones de los funcionarios. Ahora nos divertimos ver como los funcionarios tratan de desacreditar el trabajo del INEGI, negar públicamente lo que dicen las cifras y menospreciar su trabajo.
Si no entiendo mal, se puede concluir que la economía mexicana está en crecimiento (medido por el comportamiento del PIB) y al mismo tiempo está en recesión si la medición es por medio del SIC.
Quisiera agregar algo más pero no encuentro algo propositivo, así que solo agrego que si la conclusión es correcta me inquieta el aspecto de su comunicación a la población no especializada en el tema, aunque reconozco que el blog ayuda mucho a mejorar el entendimiento del asunto