No tiene mucho tiempo desde que empezamos hablar de la recesión. Aunque inició en noviembre (según la Escuela Clásica) o julio (según los Ciclos de Crecimiento) del año pasado, no pudimos confirmar su existencia hasta que el INEGI anunció las cifras al segundo trimestre con datos actualizados mediante un nuevo año base el pasado 20 de agosto y que diera a conocer los indicadores coincidentes el 5 de septiembre. Ya hemos comentado que es una recesión poca profunda, cuyas causas fueron una combinación de menor demanda externa, la crisis del sector de la construcción, el menor gasto público y la incertidumbre generada por las reformas estructurales. También contribuyó la debilidad creciente en los ingresos de los hogares por el alza continua en los precios de los alimentos y la gasolina y la caída en el envío de remesas familiares.
La existencia de una recesión tiene muy preocupados a los funcionarios públicos, que andan para arriba y para abajo negando su existencia y tratando de remarcar que cualquier baja en la actividad económica proviene del exterior. También tiene muy ocupados a la oposición, que en cada oportunidad subrayan los factores internos como exclusivos en la formación de la recesión. Pero afortunadamente, empiezan a aparecer indicios de que la recesión pudo haber terminado en algún momento del tercer trimestre, o a lo mucho, a principios del cuarto. Parece que ya se ve la luz al final del túnel.
Primero tenemos mejorías en muchos indicadores de Estados Unidos relacionadas a la demanda manufacturera en su país, que debería implicar mayores exportaciones no petroleras para México en los siguientes meses. Aunque el reporte de la balanza comercial de agosto todavía refleja debilidad de nuestra economía interna (mediante la falta de crecimiento de las importaciones), señala una mejoría en las exportaciones. El ISM Manufacturero de septiembre mejoró por cuarto mes consecutivo al llegar a 56.2 puntos, su nivel más elevado desde abril 2011.
Segundo, por primera vez en 14 meses las remesas familiares reportan para agosto un incremento respecto al mismo mes del año anterior. Aunque todavía implica una disminución en pesos reales, es un cambio de tendencia que pudiera redituar en el inicio de una recuperación en el segmento de la construcción de trabajos especializados (que involucra autoconstrucción) y apoyar en algo los ingresos de los hogares de ciertos segmentos de la población. En Twitter, me señalan que también en Estados Unidos la tasa de desempleo de migrantes mexicanos parece estar ya debajo de la nacional.
Tercero, el Indicador IMEF Manufacturero de septiembre aumentó por tercer mes consecutivo y se ubica a una décima del umbral de 50 puntos. También el Indicador No Manufacturero registró en el mismo mes un aumento marginal de 0.1 puntos y se ubica en 50.1 puntos. Los resultados de ambos indicadores sugieren que la debilidad de la actividad económica continua, aunque con claros indicios de una mejoría incipiente hacia el final del tercer trimestre.
Hubo un cuarto indicador que se dio a conocer ayer, que pudiera interpretarse como elemento negativo. La Encuesta de Expectativas de Banxico muestra una revisión a la baja para el consenso de crecimiento en 2013 a 1.50 por ciento (de 1.70 por ciento hace un mes). Sin embargo, no refleja mayor pesimismo a raíz de los últimos acontecimientos, sino un rezago en algunas instituciones financieras en incorporar los datos que se dieron a conocer el 20 de agosto pasado. Por ejemplo, todavía hace un mes alguien reportaba una cifra surrealista de 2.6 por ciento, que ya fue revisada sustancialmente a la baja.
No obstante los buenos indicios, hay que proceder con extrema cautela. Todavía persisten demasiados riesgos que pudieran modificar el rumbo. Simplemente los acontecimientos actuales en Estados Unidos tienen a todos los mercados en alerta máxima. Moody’s estima que el cierre de gobierno podría costarle ocho mil millones de dólares (mmd) a la economía de Estados Unidos; 55mmd si dura 3 a 4 semanas; y hasta 1.4 puntos porcentuales menos del PIB se llega a perdurar hasta el cuarto trimestre. Todavía falta la siguiente batalle entre Republicanos y Demócratas para elevar de nuevo su techo de endeudamiento. Tampoco sabemos cuándo y cómo iniciará la Reserva Federal la siguiente etapa de su política de un menor acomodamiento monetario y mucho menos cuál será su desenlace final.
Pero el riesgo más grande es la Reforma Hacendaria. Para esto lean el análisis de “México Evalúa” aquí: http://t.co/ZzKThE97dV