La semana entrante el INEGI dará a conocer los indicadores de confianza del consumidor y del productor para noviembre. Estos indicadores son índices de “difusión”, que se levantan en encuestas mediante preguntas y respuestas cualitativas a los hogares y a los empresarios, respectivamente. Cada indicador se construye mediante cinco preguntas similares. Tanto a los consumidores como a los productores les preguntan cómo ven la situación del país en la actualidad respecto a la de hace un año y cómo la esperan dentro de doce meses respecto al presente. También realiza las mismas preguntas pero respecto a la situación presente del hogar (consumidor) y de la empresa (productor). Finalmente, se hace una pregunta en torno a las posibilidades de realizar una inversión (en la empresa) o comprar bienes duraderos (en el hogar).
Para el cálculo de los indicadores, primero se ponderan los porcentajes de respuestas para cada pregunta para construir subíndices y después se calculan los totales mediante el promedio de los cinco subíndices. Las posibles respuestas son “mucho mejor”, “mejor”, “igual”, “peor” y “mucho peor”. Si el 100 por ciento de los entrevistados contestan con la respuesta más optimista posible, el índice toma un valor de 100. En cambio, si todos responden con lo más pesimista, el valor sería 0. De esta manera podemos decir que el índice se aproxima a un promedio ponderado de las respuestas, siendo 50 el umbral entre un balance más hacia el optimismo y más hacia el pesimismo.
Para estos indicadores se tiene que tener cuidado al interpretar el resultado en función del umbral de 50, ya que no necesariamente significa que los hogares van a consumir con confianza sólo a partir de ese nivel. De hecho, desde que se levanta la encuesta (abril 2001) el Índice de Confianza del Consumidor nunca ha alcanzado rebasar los 50 puntos. Su variación ha sido entre un máximo de 47.7 (agosto 2001) y un mínimo de 32.6 (octubre 2009). En cambio, el índice del productor sí ha fluctuado regularmente por encima de los 50 puntos, dentro de un rango de 58.4 (abril 2007) máximo a 32.7 (febrero 2009) mínimo.
De esta manera podemos decir que los consumidores mexicanos son siempre pesimistas, aunque en momentos menos que en otros. Ante estos resultados y para evitar problemas de interpretación, el INEGI decidió remover la referencia a una escala entre 0 y 100 al igualar el valor de enero 2003 (40.88) a 100. De esta manera no se puede saber el valor real del indicador, si no sólo cómo se mueve a través del tiempo. Desafortunadamente, esta acción entorpece significativamente la interpretación del índice y da pie a confusiones, errores e imprecisiones en torno al indicador.
Lo que hizo el INEGI fue igualar cada subíndice a 100 en enero 2003, mientras que el índice total sigue siendo el promedio simple de los cinco subíndices. Por lo mismo, no se puede comparar los subíndices entre sí. Por ejemplo, resulta que el consumidor siempre es más optimista respecto al futuro de lo que es respecto a su situación personal. Sin embargo, al igualar los dos subíndices en enero 2003 a 100, no lo podemos afirmar. De hecho en marzo de ese año los índices normalizados (igualado a 100) tenían valores de 97.4 versus 96.0 para la situación actual y futuro, respectivamente, que sugiere menor optimismo acerca del futuro. Pero antes de la normalización sus valores eran de 44.6 y 49.8, lo que indicaba justo lo contrario.
Parte de la interpretación del índice es comparar los subíndices entre sí para ver sí existe más o menos optimismo de los hogares respecto al país, de la situación actual respecto al futuro y entre los hogares y las empresas. Sin embargo, estas comparaciones simplemente no se pueden hacer por la forma en que el INEGI presenta sus resultados.
Curiosamente, el Índice de Confianza del Productor no tiene este candado; se presenta en su versión original, es decir, dentro del rango de 0 a 100. El valor de 50 representa el umbral entre el balance hacia el optimismo y el pesimismo. Por ello, sí es posible comparar los subíndices entre sí. Por ejemplo, en octubre 2012 el subíndice de la situación económico futura de la empresa se situaba en 61.9, mientras que el subíndice del momento adecuado para invertir se ubicaba en 43.4 puntos. Es interesante observar que a pesar de un optimismo significativo sobre la situación futura de la empresa, el productor muestra pesimismo respecto a que se debe invertir o no. Si ve bien el futuro de su empresa, ¿por qué no piensa que es buen momento para invertir?
Una comparación interesante es entre los hogares y las empresas, ya que ambos indicadores realizan preguntas similares. Por ejemplo, ¿cómo ve el consumidor la situación futura del país vis a vis el empresario? Dado el candado que impone el INEGI al índice del consumidor, no podemos hacer esta comparación. Para realmente sacarle todo el jugo analítico potencial de estos indicadores y en aras de mayor transparencia, es importante que el INEGI quite la normalización a 100 del indicador de confianza al consumidor.
Afortunadamente para el analista más detallista que sí le interesa realizar estas comparaciones, existe una manera muy simple de voltear la normalización del indicador de confianza. Dado que cada subíndice se divide por una constante, lo único que se tiene que hacer es realizar la operación contraria, es decir, multiplicarlo por el mismo número. Estos números están disponibles en el capítulo 9 de mi libro “Lo que Indican los Indicadores” (página 239, cuadro 9.4), que se puede bajar gratuitamente en el peldaño “Investigación” en la página del INEGI (www.inegi.org.mx). Se los recomiendo, ya que estos indicadores dan para mucho.